El peso y la imagen corporal influyen en cómo nos sentimos y cuán valiosos nos percibimos. Pero, ¿es realmente determinante para la autoestima? ¡Vamos a ver qué nos dicen los últimos estudios sobre ello!

Muchas personas batallan a diario con su peso porque no se sienten bien con su imagen corporal, lo que afecta a su calidad de vida, a su satisfacción e incluso al valor que se otorgan a sí mismas. No es de extrañar si consideramos que en nuestra sociedad el aspecto físico se prioriza y determina, en muchos casos, si somos aceptados o discriminados. Pero, ¿realmente la pérdida de peso mejora la autoestima?

Por supuesto, mantenernos saludables y cuidar de nuestro cuerpo es muy beneficioso. No obstante, tendemos a pensar que nuestra imagen es la causa de nuestra infelicidad y que si lográsemos ajustarnos a los estándares de belleza, nos sentiríamos completamente diferentes. ¿Alguna vez te lo has planteado? Pues bien, a continuación exploramos qué tiene de cierto esta afirmación.

Mujer mirándose al espejo con miedo

La pérdida de peso y el bienestar psicológico

Es importante recordar que el peso corporal va más allá de un número, y son sus implicaciones sociales y culturales las que lo enlazan con el bienestar psicológico. La presión social lleva a las personas con sobrepeso a sentirse inadecuadas y defectuosas, y esto limita su funcionamiento psicosocial. Así, pueden no solo desarrollar una mala imagen de sí mismas, sino también tender a aislarse socialmente y a limitar sus interacciones sexoafectivas.

Distintas investigaciones apoyan la idea de que la pérdida de peso mejora la autoestima. Y esto es algo corroborado en diferentes estudios. Una revisión sistemática llevada a cabo sobre el tema arroja interesantes resultados:

La relación de la pérdida de peso y la autoestima

A la luz de los anteriores hallazgos y otros similares, podemos afirmar que sí: la pérdida de peso mejora la autoestima. Ahora bien, esta no es una cuestión tan sencilla y directa como parece, lo que demanda que seamos un poco más profundos en el análisis.

En primer lugar, en la anterior revisión se encontró la mejora de la autoestima fue independiente de la pérdida de peso; incluso engordando durante la intervención, los participantes experimentaban beneficios psicológicos por el hecho de haber participado en ella.

Esto puede explicarse debido a que los componentes de estas intervenciones (en su mayoría cognitivo-conductuales) se centraban en un cambio de perspectiva que resulta crucial. Los programas fomentaban la autoaceptación, ayudaban a desligar la conducta alimentaria de las emociones y promovían un cambio de actitudes hacia el tamaño y la forma del propio cuerpo. Estos ingredientes, por sí mismos y en ausencia de una pérdida de peso, logran esos significativos cambios en el bienestar subjetivo.

Cuidado con la falsa autoestima

Por otro lado, es importante tener en cuenta que, en muchos casos, la aparente mejora en la autoestima que obtiene una persona al perder peso no es real. Y es que se basa en la recién obtenida por la aprobación y la validación externa.

La idea es: “como ahora recibo cumplidos -o lo que para mí son cumplidos-, como los demás me tratan diferente, me aceptan y me reconocen, sí me considero valioso y digno de aprecio y consideración”.

Sin embargo, y aunque a corto plazo esta situación pueda aumentar la sensación de bienestar, es realmente peligrosa. Pues es aquí donde suele aparecer un miedo considerable a subir de peso, y pueden comenzar a desencadenarse conductas y pensamientos propios de un trastorno de la conducta alimentaria. Y es que perder ese estatus que otorga la nueva imagen física significaría, para esa persona, perder su valor.

Mujer llorando frente al espejo

Tu aspecto no determina tu valía

En conclusión, a la pregunta de si la pérdida de peso mejora la autoestima, la respuesta es un sí, pero quizá no por las cuestiones adecuadas. El sobrepeso solo debería ser un problema de salud física y no debería condicionar nuestra felicidad, nuestra capacidad para relacionarnos y mucho menos la percepción de valor que tenemos sobre nosotros mismos.

De hecho, la realidad es que lo que verdaderamente influye es la forma en que nos percibimos. Y es que, aunque pensemos que necesitamos adelgazar y encajar en los cánones estéticos para tener una vida plena, se ha encontrado que una reducción de solo el 5-10 % del peso corporal es suficiente para dotar a la persona de esa autoconfianza que le faltaba y mejorar su funcionamiento psicosocial.

Así, lo más relevante será trabajar con nuestras creencias y percepciones, para construir una estima propia sólida y no basada en el reconocimiento externo. Si queremos perder peso, hagámoslo por amor a nuestro cuerpo, y no por odio. La autoestima debería preceder al cambio físico, no al contrario.