El amor, a veces un fenómeno inexplicable, ha sido objeto de estudio y exploración por parte de científicos, psicólogos y sociólogos durante mucho tiempo. Lo cierto es que a medida que se avanza en una relación, el amor evoluciona y cambia.

¿Pero qué explicación ofrecen los expertos en relación con esta cuestión? ¿Cómo afecta el paso del tiempo a una relación de amor romántica? ¿Cómo cambia ese amor conforme pasan los años?

En general, los estudios que analizan los cambios en el amor romántico a lo largo del tiempo suelen concluir que, aunque el amor apasionado empieza siendo alto, va disminuyendo a lo largo de la relación. Esto se explicaría por varias razones.

A medida que la pareja se conoce mejor y confía más en el futuro a largo plazo de la relación, se desarrollan rutinas. Las oportunidades de experimentar novedades y emociones también pueden disminuir, al igual que la frecuencia de la actividad sexual. Esto puede hacer que disminuya el amor apasionado.

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Aunque no todas las parejas experimentan una reducción del amor apasionado, diversos estudios señalan que aproximadamente entre el 20 y el 40 % de las parejas experimentan este bajón. Entre las parejas que llevan casadas más de diez años, es más probable que el descenso más pronunciado se produzca en la segunda década.

A todo ello, hay que añadir los acontecimientos y las transiciones de la vida, que también pueden dificultar la pasión. Las personas tienen responsabilidades contrapuestas que afectan a su energía y limitan las oportunidades de fomentar la pasión. La paternidad es un ejemplo de ello.

En cambio, el sentimiento de afecto suele aumentar con el tiempo. Aunque los estudios revelan que la mayoría de las relaciones románticas se componen tanto de amor pasional como de afecto. Se considera que es la ausencia o la reducción de ese afecto (más que el amor pasional), lo que puede influir negativamente sobre la duración de una relación romántica.

En 2007, la antropóloga y neurobióloga estadounidense Helen Fisher, realizó un estudio mediante técnicas de escáner cerebral en el que, junto a la investigadora Bianca Acevedo, evaluó a un grupo de personas que reconocían seguir locamente enamoradas de su pareja de toda la vida tras años de matrimomio.

“Escaneamos los cerebros de 17 personas mientras contemplaban una fotografía de su amado o amada. La mayoría tenía más de cincuenta años. Todos afirmaban que seguían locamente enamorados de su pareja, después de una media de 21 años de matrimonio”, aseveraba la experta.

Sentirnos atraídos por alguien solo porque compartamos uno o dos intereses tiene inconvenientes.

Los resultados fueron sorprendentes para Fisher y sus compañeros, teniendo en cuenta que los psicólogos sostienen que la sensación del amor romántico intenso no dura más de 18 meses o tres años.

Sin embargo, “estos hombres y mujeres de mediana edad mostraron una actividad cerebral muy parecida a la de los jóvenes enamorados evaluados años antes, individuos que habían estado intensamente enamorados una media de siete meses”, afirmó Fisher.

Y no solo eso, sino que, además, los investigadores observaron una diferencia importante: “Entre las parejas de larga duración, las regiones cerebrales asociadas a la ansiedad ya no estaban activas; en su lugar, mostraban actividad en áreas relacionadas con la calma”.

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Pero estos participantes no fueron los únicos. Para asegurarse, el equipo interrogó posteriormente vía telefónica a 315 hombres y mujeres casados de larga duración. Los resultados fueron claros: el 46 % declaró que seguía “intensamente enamorado” de su pareja.

Los científicos no lograron encontrar una explicación para describir ese “intenso sentimiento”. En palabras de Fisher: “Nadie sabe cómo cualquiera de estas personas consigue mantener viva esa ‘llama de la pasión’”.

“Se nos dice constantemente que los matrimonios felices se basan en una buena comunicación, valores compartidos, un apoyo consistente por parte de amigos y familiares, una infancia feliz y estable, peleas en su justa medida y una firme determinación”, señala.

La ‘química’ del amor

Lo cierto es que el amor tiene una base biológica y química en nuestro cerebro. Durante las etapas iniciales del enamoramiento, nuestro cerebro libera una serie de neurotransmisores, incluyendo la dopamina, la serotonina y la oxitocina.

Estas sustancias químicas están asociadas con la sensación de euforia, la atracción y el apego emocional. Sin embargo, con el tiempo, los niveles de estas sustancias pueden disminuir, lo que puede dar lugar a una disminución en la intensidad del enamoramiento inicial.

A medida que una relación progresa, el amor se transforma en una forma más profunda de intimidad emocional, según algunos expertos. La intimidad implica compartir pensamientos, sentimientos, sueños y temores con nuestra pareja. Según la teoría del apego, desarrollamos vínculos emocionales seguros con la pareja a través de la comunicación abierta, la empatía y el apoyo mutuo.

Se considera que el amor duradero se basa en un compromiso sólido entre las parejas. La ciencia sugiere que las relaciones duraderas están asociadas con un alto grado de compromiso y dedicación a la relación. Esto implica trabajar juntos para superar desafíos, resolver conflictos y mantener la conexión emocional el máximo tiempo posible.