Cuando pensamos en estructuras construidas por el hombre que puedan ser visibles desde el espacio, erróneamente se les viene a algunos a la mente la Gran Muralla China, pero esto es solo un mito. No es fácil observar estructuras de la Tierra en el espacio. Sin embargo, sí que hay un sistema creado por el ser humano que podemos ver desde el espacio sin necesidad de lentes especiales o climas idóneos de observación, y está en España, concretamente en el sur, en la provincia de Almería y se conoce como ‘Mar de Plástico’.

¿Qué es el Mar de Plástico?

El Mar de Plástico es una enorme extensión que cubre aproximadamente 32.000 hectáreas de tierra en la región de Almería y no es sino una aglomeración de invernaderos dedicados a la explotación agrícola compuestos principalmente de láminas de plástico que se utilizan para cubrir hileras de frutas y verduras.

Es tan grande que, a vista de satélite y, sobre todo, gracias a sus propiedades reflectantes, la convierten en una de las pocas estructuras hechas por el hombre que son fácilmente visibles desde la Estación Espacial Internacional e incluso discernibles para los satélites que orbitan la Tierra. (No así como las Pirámides de Egipto, que aunque es posible captarlas desde el espacio, son necesarios bastantes esfuerzos, una lente con zoom y que las condiciones climáticas y de iluminación sean buenas, algo nada sencillo).

¿Por qué se ve desde el espacio?

Lo hemos dejado entrever antes. El plástico es un material muy reflectante y dado que hay tantas hectáreas cubiertas por plástico que hacen las veces de lonas blancas sujetando y protegiendo los invernaderos, el efecto albedo es sustancial, ya que la luz del Sol se refleja en una magnitud que contrasta considerablemente con el paisaje circundante. Este «deslumbramiento» provocado por tanta cantidad de plástico en esas 28.500 hectáreas -o unos 320 kilómetros- que rodean el Poniente almeriense, hace que esta estructura se pueda identificar desde el espacio.

Eso sí; la interminable extensión de invernaderos no siempre estuvo ahí. Lo que ahora se conoce como el ‘Huerto de Europa’, debido a que allí se produce hasta el 35% de la producción agrícola de nuestro país, fue en su día un desierto. Pronto se dieron cuenta de que los cultivos bajo plástico eran mucho más productivos que los cultivos al aire libre porque los suelos se mantenían más cálidos y retenían más humedad.

Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA

Así, con el paso de los años, la región se ha convertido en una de las principales fuentes de alimentación del mundo, suministrando productos frescos a los supermercados de todo el continente durante todo el año. Pero existe un precio medioambiental asociado a este proyecto.

Un poco de historia

Hasta aquí todo lo relacionado con este punto blanco que suministra a muchos supermercados europeos a precios asequibles parece inocuo pero, ¿hasta qué punto es sostenible este sistema agrícola de alto rendimiento?

Invernaderos

Tenemos que remontarnos a la década de 1960 para toparnos con el inicio de este macro proyecto. El desarrollo de la agricultura intensiva en Almería vio la luz cuando el gobierno de España asignó parcelas a una población relativamente joven que había emigrado al sur de España desde otras partes del país. En este momento, los invernaderos comenzaron a proliferar, cuando los agricultores de la región comenzaron a experimentar con estas cubiertas de plástico para proteger sus cultivos del duro clima y extender la temporada de crecimiento.

Este proyecto piloto fue todo un éxito, tanto que de estos primeros esfuerzos se llegó a una rápida expansión de la agricultura de invernadero y a una ascensión tanto en la economía de la zona como a nivel de exportación. Almería vio una transformación de ser una zona empobrecida y desértica a convertirse en una parte crucial de las exportaciones de frutas y verduras de nuestro país. Allí se cultivan ahora tomates, berenjenas, pimientos, melón, calabacines, sandía, rosas, crisantemos o claveles.

Así se ve el Mar de Plástico desde el espacio

Costes medioambientales

Las prácticas agrícolas intensivas en esta región consumen grandes cantidades de agua, un recurso precioso y escaso en el clima árido del sur de España. El uso excesivo de aguas subterráneas ha provocado el agotamiento de los acuíferos locales y la desecación de tierras que alguna vez fueron fértiles. De la misma forma, ecologistas y pescadores de Almería han alertado del grave problema de plásticos en nuestras costas. Y es que el uso del plástico en la agricultura es un arma de doble filo, ya que también ha provocado una contaminación significativa.

Desechar las láminas de plástico es problemático y muchos apuntan directamente a la agricultura bajo plástico. Con el tiempo, el plástico dañado puede fragmentarse y convertirse en una fuente de contaminación microplástica, afectando el suelo y los ecosistemas marinos. Los restos de lonas de plástico de invernaderos cercanos a la costa acaban varados y siendo arrastrados por el viento al mar.

Según datos de la Junta de Andalucía, el 85% del plástico empleado en los invernaderos sí que se recicla; pero el problema es ese 15% restante: restos que no se reciclan y dejan miles toneladas de plástico sin tratar cerca de las costas.

Los océanos se están llenando de plásticos